Descripción
Las familias romanas sentían una gran veneración por los lares, que representaban en forma de pequeñas estatuas. Éstas se colocaban tanto dentro como fuera de la casa en pequeños altares llamados lararios (sg. lararium), donde se realizaban ofrendas o se les rendía oración. En la casa, el larario solía situarse en el atrio, lo más cerca posible de la puerta principal. En el caso de los apartamentos, el lararium se colocaba cerca de la cocina, aunque en una misma casa podían existir varios y no era extraño que se encontrasen en los dormitorios. Lo que era importante, sin embargo, es que no estuviesen en lugares poco transitados o escondidos, con el fin de que no fuesen ignorados u olvidados.
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